aclaración

Este blog tuvo mucho tiempo de anonimato, de pasar inadvertido, de permanecer abierto sin pena ni gloria, como tantos otros.

Hoy la cosa no es muy distinta, pero hay un puñado de gente que pasa seguido, y que me encanta que esté ahí, chequeando si actualicé.

Y además de los desconocidos que pasan y no comentan (prueben comentar, es una experiencia inigualable!), o los que sí lo hacen, han llegado a este espacio integrantes de mi familia.

Es por esto que me veo en la obligación de hacer una pequeña aclaración.

El blog fue idea de un amigo, Kenny, quien me propuso hacerlo con él y ponerle el nombre que lleva, NO SOY UN ACCIDENTE. Acepté y arrancamos, allá por febrero del 2007. Por motivos personales Kenny dejó de participar, y quedé yo como única responsable de este espacio, que se convirtió en una especie de diario público. Un lugar donde hacer catarsis de la vida cotidiana. Y el nombre quedó. Me dio fiaca cambiarlo, no se me ocurría nada y bueno, esa es la historia.

Quizás a muchos no les importe este cuentito, y están en todo su derecho porque es de lo más aburrido. Pero, imagino que para un padre que acaba de llegar al blog de su hija debe ser medio fuerte leer el título y la descripción.

Quiero decirte pa, si estás leyendo esto, que el nombre del blog no me representa para nada, no me identifica. Y que me pone contenta que estés acá.



Nota: Disculpen el tono francobagnatesco del post de hoy. Buen fin de semana para todos.