Joaquín es un chico un poco distinto a los demás. O por lo menos a los que yo conozco. Le gustan las plantas, huele todo lo que tiene cerca y le encantan los mapas. Cuando vamos al Jardín Japonés no puede resistirse a entrar a la biblioteca y ojear libros sobre cultura oriental. Sin ir más lejos ayer me pidió que le ponga en su cuarto una lámpara china. A simple vista se lo puede confundir con un chico normal: tiene una adicción severa con la Playstation, colecciona miles de juguetes aunque siempre usa los mismos y le gustan los juegos de piñas y patadas. Pero si uno se toma un segundo para mirarlo detenidamente se da cuenta de que hay algo especial en él. Es cariñoso y sensible. Inteligente y racional. Caprichoso también, pero porque al fin y al cabo no puede escapar a sus 5 años.
Algo que a mí me llama poderosamente la atención es que sabe leer muy bien. Lee rápido, lee imprenta mayúscula e imprenta minúscula. También sabe escribir, aunque eso le cuesta un poco más. Es que la lectura la tiene al alcance de la mano: en la tele, en los carteles de la calle y en los libros del jardín. Y él sostiene que como ya sabe leer y escribir, seguir yendo al jardín es una pérdida de tiempo. Por más que ahí esté con sus amigos de toda la vida y coma pizza casera todos los viernes. Y claro, si va desde el año y medio. Ya está cansado.
El viernes tenía su primer actividad en su nueva escuela, a la que va a ir el año que viene. Su escuela primaria. Conoció a algunos de los chicos que van a ser sus compañeros, recorrió el patio, la sala de música y el comedor. Y finalmente, las maestras nos dieron un golpe bajo a las mamás. O al menos a mí, porque las demás no parecían demasiado conmovidas. Sentaron a los gurrumines en los bancos de un aula y les dieron unas hojas para que dibujaran. Mientras los nenes compartían crayones y fibras yo me emocionaba hasta las lágrimas, espiando desde una ventana en la que parecía verse el futuro. Mi bebé ya no era un bebé. Había crecido y lo hacía adelante de mis ojos inexpertos. Mis ojos de madre jóven que hasta ahora sólo habían visto una sala de jardín, y que ahora debían aprender a mirar otro mundo. Un mundo de guardapolvos blancos.
Un guardapolvo blanco
viernes, 30 de enero de 2009Transcripto de otro espacio que quedó en el anonimato. 17 de Noviembre de 2008
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Etiquetas: el gurrumín, la vida real
i'm alive
Hoy a las 18 hs empiezo mis vacaciones de cemento. Aunque no me voy a ningún lado estoy contenta porque van a ser dos semanas de descanso laboral, pero de mucho trabajo de madre. Se vienen los preparativos del cumple de Joaco, con mucho Ben 10, y de su ingreso a la escuela primaria, con mucha lágrima de mamá maricona que soy. Agarráte Catalina.
Quizás en estos días me haga un ratito para escribir algo.
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Etiquetas: el gurrumín, la vida real, mi vida de cubita
les presento a mi perro
miércoles, 28 de enero de 2009Ha dicho laurita 1 comentarios
Etiquetas: la vida real, mi vida de cubita
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