jueves, 26 de febrero de 2009

Anoche no dormí bien. No me acuerdo del todo lo que soñé, pero en algún momento del sueño llegaba tarde al primer día de clases de Joaquín, no le tenía limpio el uniforme y no me acuerdo qué más.
Hoy estoy tratando de sobrellevar el día después de una mala noche. Y de una semana de regular tirando a mala, a decir verdad. Y esta bastante complicado te voy a decir.
No sé por qué pero siento angustia. Estuve desde la mañana tratando de dilucidar que era lo que sentía y ahora me sale así como sí nada. Siento angustia en el pecho, me tiemblan los brazos y la razón. Tengo la garganta áspera, gastada, como si hubiera gritado mucho, muy fuerte. Como si hubiera gritado todo lo que me pasa, pero no.
Las cosas de laburo que no puedo solucionar me ponen mal, que Tito se coma los libros desata un llanto y hasta me frustro cuando se me escapa el colectivo delante de las narices.
Quisiera entender qué me pasa. Pero no es tan simple, claro. Para eso hay que ir más profundo. Y duele. Mejor quedarme por acá arribita con mi angustia. Con este nudo en el pecho que no sé de donde viene pero que a lo mejor algún día se va. O sí sé pero no lo quiero reconocer. No sé.

the never ending story

Y cuando creí que ya casi había terminado con la odisea de conseguir los materiales para el colegio de Joaquín, el perro me comió dos libros. Quiero matar.

freno de mano

miércoles, 25 de febrero de 2009

Necesito más trabajo. Necesito salir a pasear, al cine. Necesito un libro que me atrape, ir de shopping. Necesito cualquier cosa que me distraiga un poco. Porque si sigo pensando lo que estoy pensando lo único que voy a lograr es volverme loca.

2.0

martes, 24 de febrero de 2009

Haciendo alusión a un post reciente de Elen, debo decir que no es para nada 2.0 mandar una moto desde microcentro a San Isidro con una impresión de un archivo que puedo mandar por mail, llegando así de manera más rápida y segura.

Cuando la gente es cuadrada, es cuadrada.

sunday morning

lunes, 23 de febrero de 2009


Grown up

sábado, 21 de febrero de 2009

Esperando el colectivo con Joaquin, trato de hacerle upa y darles unos besos y abrazos (siempre lo hago).


Joaquin: -No mama... (hablando entre dientes y mirando al resto de la gente que esperaba el colectivo.)
Yo: -Que pasa?
Joaquin: -Ya tengo seis años.... (Relojeando que nadie haya notado que quise hacerle upa.)

Es asi, che. En cualquier momento se me va a vivir solo.

El día que dejamos de ser uno

viernes, 20 de febrero de 2009

Eran las seis de la tarde más o menos cuando sentí la primera contracción. La panza se me ponía dura y me dolían las lumbares. Yo sabía que estaba llegando el momento, pero no me desesperaba, quería disfrutar cada segundo para poder recordarlo después con lujo de detalles. Nunca me imaginé que el trabajo de parto comenzara así. Creo que todas hemos visto en las películas que una señora embarazada corta zanahorias para un guiso en la cocina y de repente zas!, el dolor irrumpe estrepitosamente como las tormentas en la playa, y la doña suelta el cuchillo para agarrarse la panza y gritar, hasta que la contracción pasa y sale corriendo a la clínica. Pues esto no era así.
Seguí controlando mis contracciones que eran irregulares, venían cada 15 minutos, cada 5 o cada media hora. Mi papá venía a cenar con su mujer. Eran las 8 y las contracciones cada vez duraban más. A las 9.30 PM se hicieron constantes, parejas, cada 4 minutos y de casi un minuto de duración. Llamé a la partera. Faltaba poco.
A las 10 cae mi papá. Le abro la puerta y mientras le saco las cajas de pizza de la mano le digo:

"Tenemos media hora para comer antes de salir a la clínica, estoy en trabajo de parto."

Y claro, quién podía comer en ese estado de nervios, ansiedad y que se yo cuántas cosas más? Yo. Me tomé mi tiempo para comer y recién ahí partimos rumbo a la Trinidad.
Yo estaba tranquila, me moría de ganas de verle la cara a Joaquín, pero no tenía miedo. Mientras todas las embarazadas esperaban sentadas, en sillas de ruedas o en habitaciones de internación ambulatoria, yo esperaba parada que llegara la partera.

A las 3.10 de la mañana del jueves 13 de febrero de 2003 nació Joaquín. Lo primero que ví fueron sus bolitas colgando, cuando el obstetra lo tenía agarrado de sus piecitos. Lo envolvió en una manta y me lo trajo. Ahí nos conocimos, aunque vivíamos juntos desde hacía nueves meses, aunque lo había soñado toda mi vida, recién entonces nos conocimos. Estaba sucio, morado, con los ojos hinchados y las uñas negras y largas. Y me enamoré.

A veces extraño sus patadas, quedarme quietita y atenta, esperando un movimiento que me hiciera sentir que estaba ahí. Definitivamente estar embarazada fue lo mejor que me paso en la vida. Porque como ya he dicho antes, yo nací para ser mamá.


Laura ve,
aunque es grande su vida comienza aquí
y a la vez termina la sed de su espera.

back to hell

lunes, 16 de febrero de 2009

Lo más difícil ya pasó. Las primeras horas de la mañana, cuando se desencadenan todos los problemas que vienen cuando terminás las vacaciones, ya pasaron. Sin sobresaltos, sin gritos y sin la palabra irresponsable. Eso es bueno.
La verdad que volver no me causaba ninguna gracia. No es que la pileta de Parque Norte me gustara tanto, pero el hecho de volver a mi vida de oficina era algo que me angustiaba cada vez más, en la medida en que la segunda quincena se acercaba. Hoy veo que no fue tan grave. A mi jefe solo lo cruce tres minutos antes de que se fuera de vacaciones y la otra persona para la que trabajo todavía no apareció. Estoy bastante tranquila, poniendome al día con algunos asuntos laborales y otros no tanto.
Volví decidida a cuidarme con las comidas, aunque no lo puedo llamar dieta. Y por ahora me la estoy bancando. Desayuné mate con una barrita de cereal, y almorcé un mini bifecito a la plancha con una mini porción de arroz. Ah, y gaseosa light. No está mal.
Todos me preguntan si descansé, y a todos les digo que no. Que con un hijo de 6 años no se puede descansar jamás, que pasando las vacaciones en Bs. As. es imposible encontrar paz. Pero creo que tampoco fueron tan negativos estos 15 días. Saqué algunas conclusiones y espero poner en marcha algunos proyectos personales en los próximos meses. Me sorprendí a mi misma en el ámbito de la repostería y le organicé a mi hijo una pequeña fiestita de cumpleaños en la que se reencontro con sus dos mejores amigos despues de meses de no verlos. Recibí muchas muestras de amor, nade y jugué con Joaquín, ví películas y comí en exceso. Dormí la siesta bajo una sombrilla y jugué a la escoba del quince. Me olvidé de pagar la tarjeta de crédito y de devolver las películas al video. Me compré unas sandalias de oferta y 3 musculosas por $30.

Creo que después de todo las vacaciones no estuvieron tan mal.