Mi lista para Papá Noel

Ni siquiera cuando pienso que he sufrido de manera desmesurada, que la cosas me han costado tanto más que al resto, la vida se me presenta simple y accesible. Para caminar 3 cuadras tengo que desviarme 4, porque las estan arreglando. Para cobrar una asignación familiar que me corresponde por ley, tengo que hacer 2 meses de reclamos por distintas vías. Y para poder comprar un kilo de helado bueno tengo que tomarme dos colectivos y un subte.

No alcanza con que trabaje 9 horas de manera esclavizante y me recorra la capital y el Gran Buenos Aires todos los días. O que no haya un sólo día en toda la semana en el que pueda decidir levantarme a las 11 de la mañana (ni siquiera pido levantarme pasado el mediodía, sólo media mañana!). Parece que todo eso no me hace merecedora de problemas normales. Porque ojo que yo no pido tener una vida perfecta eh. Que no se malinterprete. Pero evidentemente tengo de esas nubecitas que persiguen a los dibujitos. Todo el tiempo me llueve encima.

Podría contar mil desgracias, que no se si me van a dar vacaciones aunque hace 4 años que trabajo en el mismo lugar, que si me las dieran probablemente no tendría a donde ir o que en este momento sin ir más lejos me esta picando todo y pienso que quizás abrazar y besuquear a mi hijo con escarlatina no fue la decisión más acertada del mundo. Sin embargo no es eso lo que quiero. Al fin y al cabo a quién le interesan mis problemas más que a mí? Ni si quiera tengo una psicóloga que pueda darse panzadas con las cosas que me pasan.

Pero lo único que quiero es respirar un poco de tranquilidad. No tener que hacer triangulaciones gigantescas para poder ubicar a mi hijo durante sus vacaciones. Conseguir un lindo árbol de navidad sin tener que empeñar mi computadora y mi celular. Que no se me rompa el zapato a las 8.45 de la mañana cuando todavía me queda todo el día por delante y 5 cuadras que caminar descalza hasta encontrar algún negocio abierto. Sólo eso. Podrá ser? Quizás si Papá Noel leyera este blog...