día de miércoles

miércoles, 2 de abril de 2008

Voy a empezar aclarando que el resto del día estuvo perfecto, pero este acontecimiento me cagó la tarde.

Después de ir al cine con mis dos nenes (el de 28 y el de 5) decidimos pasar por Arredo para comprar un acolchado. Algo simple: entrar, mirar, consultar, decidir, pagar y salir. Seis pasos sencillos. Pero hasta la tarea más ínfima puede complicarse cuando menos te lo esperás.
Primero, nos era menester conocer las diferencias entre acolchado, cover y funda. Una vez que nos decidimos por la funda con relleno de plumas, nos tomamos un tiempo considerable para elegir el modelo. Blanco no porque es muy sucio, negro no porque es muy lúgubre... ok, quedémonos con el crudo. Por supuesto después de haber consultado la disponibilidad con la vendedora que nos estaba atendiendo, lo pedimos. A todo esto ya había pasado una hora y media. Es en ese momento en el que vemos a la dichosa vendedora que se estira hasta la funda de gabardina color crudo que estaba exhibida. Entonces nos acercamos y le preguntamos (en realidad fue Pablo...):

-Perdonáme, vos estás pensando en darnos la funda que tenés en exhibición? Eso esta sucio, lo tocó todo el mundo y está enganchado por los afileres con los que lo sostienen enrollado. No tenés otra?
-No, es la última que me queda.
-Y cómo ofrecés algo que tenés exhibido animalito de Dios? Metete la funda en el culo.

Y nos fuimos. Yo todavía tengo la vena a punto de estallar y cuando miro mi cama, la veo desnuda. Así que no voy a parar hasta encontrar esa funda otra vez.

Nota: Los diálogos no necesariamente tienen que haber sido tal cual los redacté, pero quedaban bien para el relato.

2 comentarios:

perez dijo...

El "animalito de Dios" te lo pienso copiar para mis propios diálogos imaginarios.

laurita dijo...

Adelante, todo suyo!