IN-JUS-TI-CIA!

lunes, 9 de marzo de 2009

Todo venía marchando sobre ruedas. La primera semana de clases había pasado de mil maravillas y todo parecía demasiado perfecto. Pero a mí algo me olía mal. Y el domingo encontré el pescado podrido.

Resulta que a mi hijo no lo eligen para jugar en el recreo porque es nuevo. Los chicos con los que se sienta en la mesa se conocen del jardín, y lo dejan de lado. Es cierto que son 25 en el grado, es cierto que hay otros en la misma situación que él. Pero sus compañeros de mesa lo aislan. Y me lo imagino en el recreo jugando solito, y se me estruja el alma.

Está claro que iría a agarrarlos de las orejas (pendejos de mierda) y les diría que quienes se creen que son para discriminar a mi hijo porque es nuevo en el colegio, pero no me puedo meter. No puedo estar defendiéndolo de todo lo que le pasa porque el colegio es su ámbito, él tiene que aprender a hacerse valer. Tiene que encontrar su lugar y entender que él tiene que elegir con quién quiere jugar, y no al revés.

Pero esto tiene un límite. Y al primero que lo pase, se las va a ver conmigo. Así tenga 6 años y una madre que lo defienda. Yo no les tengo miedo.

3 comentarios:

Sil dijo...

¿Y si los invitás un día a tomar la leche a tu casa y a jugar, así se van haciendo amigos? Sí, ya se que cuatro-cinco niñitos es un poco muhco, pero digo, antes de probar con el nunchaku...

laurita dijo...

Es una buena opción, pero primero voy a tener que esperar a que se diluya la ira, sino correrían peligro... en unos días lo vuelvo a pensar!

Liduvina dijo...

Son chicos y seguro no lo hacen de gusto, yo creo que la opción de invitarlos a compartir un rato todos juntos es una buena opción

En vez de sentirte mal, estaría bueno meter la mano y tentar a la suerte

(claro que hablo así porque todavia no tengo hijos, si me pasara a mi, entro al aula y les rompo todo)