lunes, 4 de agosto de 2008

Las mudanzas como la mayoría de las cosas de la vida tienen su lado bueno y su lado malo. El bueno es bastante obvio: renovarse, mirar otras paredes, ducharte en un nuevo baño, pelearte con vecinos nuevos. Lo malo también es bastante predecible, la mugre, las cajas, el cerrajero, el cansancio. En fin, nada que ustedes que seguramente alguna vez se han mudado no sepan.
Pero yo le he encontrado un nuevo significado (gracias a esta mudanza) a los lados positivos y negativos de semejante empresa.
Ya que trabajo 9 horas en el microcentro y vivía hasta hace 3 días en provincia, tuve que dejar a mi hijo con mi madre durante 3 días para poder embalar. Sino el tiempo no me alcanzaba. Y no verlo durante tanto tiempo fue horrible.
Pero estar los tres sentados a la mesa en nuestra casa es lo más lindo que me pasó en mucho tiempo.

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